Tomás Van De Walle y Sotomayor
Director de la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Gran Canaria
La Provincia, 21.07.2017
El agua no hace ruido, solo murmura y susurra, por eso no se nota el problema que tiene y que toma proporciones alarmantes. Hace poco alguien decía que como en Canarias todo el mundo abre el grifo y corre el agua, y después de usarla se va sola por el desagüe, pues nadie piensa que exista ese problema, que es creciente, y que será irreversible si no actuamos a tiempo. Es la enfermedad silenciosa del agua.
Hace 40 años no había agua todos los días y a nadie se le ocurría dejar el grifo abierto mientras se afeitaba o enjabonaba, por tanto, se tenía conciencia de que había un problema.
Hasta entonces, de solucionarlo se ocupaba la iniciativa privada, que construyó pozos, presas, canales y tuberías que servían tanto para el riego agrícola como para el abastecimiento, llegando solo hasta donde la rentabilidad lo hacía interesante, y claro, olvidando el saneamiento. Éramos pocos y con fosas sépticas lo arreglábamos.
En los años 80 y 90 una administración bien dotada técnicamente por más de media docena de ingenieros de Caminos Canales y Puertos -formados en el Codex, Servicio Geológico, proyectos SPA 15 y MAC 21, etcétera-, y otros tantos ingenieros técnicos de Obras Públicas, solo en esta provincia, hizo un esfuerzo notable y dotó a las Islas de desaladoras, redes de abastecimiento y saneamiento, depuradoras y redes de reutilización o vertido al mar. Problema resuelto.
Pero han pasado 30 años. Las infraestructuras envejecen y han alcanzado el fin de su vida útil, y las ciudades han crecido duplicando su población ¿Y ahora qué?
Las desaladoras hoy en funcionamiento están a punto de ser inservibles, pero al menos ese problema es el más fácil de resolver, pues con un contrato de compra de agua a medio plazo hay multitud de empresas que montarían, en seis meses, una nueva planta donde están las actuales, y con la mejora de la eficiencia incluso podría salir el agua más barata.
¿Pero qué pasa con las tuberías? Estas tienen hoy múltiples averías y fugas, lo que hace que en muchos sitios se pierda la mitad del agua que se produce. ¿Qué pasa con las redes de saneamiento desbordadas, que, en los grandes núcleos de población, vierten cada dos por tres al mar?; y ¿qué pasa con las depuradoras que no tienen capacidad suficiente, depuran mal o no depuran toda el agua residual, contaminando el litoral o nuestro acuífero?
Pero el problema es aún peor: ¿alguien está pensando en cómo resolverlo? Porque si la sociedad no tiene conciencia del problema, no presiona a los estamentos políticos y a los responsables públicos y si nadie se pone a pensar en cómo resolver el problema, solo se pondrán parches y luego el crecimiento de la ciudad hará más difícil la solución.
Pero ante todo ello es interesante fijarnos en algunos casos concretos.
La ciudad de las Palmas de Gran Canaria es una ciudad que fue lineal, que se desarrollaba en una plataforma costera combinando barrios con huertas o fincas de plataneras, encajonada entre la Isleta y San Cristóbal. Al ocuparse totalmente el suelo disponible empieza a expandirse en dirección a Tamaraceite y Tafira, así como a crecer en altura, pasando de casas terreras, a casas de seis o más plantas. Pues bien, esta ciudad tiene un gran colector costero que se hizo cuando se construyó la Avenida Marítima, que era suficiente para aquella ciudad baja. En su día se pensó en colectores paralelos a este por las calles Tomás Morales, Canalejas, Viera y Clavijo y Cano que el desarrollo de la ciudad ha convertido en inviables. Así que el colector de costa está saturado y produce casi habitualmente vertidos al mar.
Se proyectó un colector interceptor del que está solo hecha la primera de sus tres o cuatro fases, pero en la actualidad parece como si ya se hubieran olvidado de él, entre otras cosas. Como a la depuradora de Barranco Seco le llegue más agua a ver qué se hace, porque ya está saturada.
Por tanto, es imprescindible empezar por ampliar la capacidad de depuración. Y claro, lo primero que habría que preguntarse es ¿dónde?, ¿en el mismo sitio?, ¿comprometiendo la expansión de la ciudad en el lugar en el que se podría crear un gran parque, en Barranco Seco, entre la antigua cárcel y la circunvalación? o ¿en otro lado? Si es en el mismo sitio ya se está tardando en tener los proyectos hechos, y si es en otro lado se debería estar estudiando los emplazamientos posibles, seleccionando el que más acuerdo concite, reservándolo en el planeamiento y haciendo los proyectos.
En segundo lugar, es necesario completar la red de saneamiento. Esta es como la red de carreteras. Hay un colector de costa que es la Autovía Marítima, un colector interceptor que equivale a la circunvalación, y faltan las fases 2, 3 y 4 del colector y los bombeos del colector de costa al colector interceptor, que equivaldrían a los túneles de Julio Luengo y San José. Las carreteras como se notan más pues se están haciendo y van más avanzadas, pero como lo otro ni se ha planificado, pues así va de atrasado. Pero si la ciudad crece lo mismo que hace falta una cosa hace falta la otra, y su ausencia significa contaminación de nuestra costa que es nuestra riqueza y de la que vivimos.
De la red de abastecimiento mejor no hablar. Esta se puede comparar con la red que lleva la electricidad a los hogares. Debe permitir que la energía llegue por varias líneas, de forma que el fallo de una no deje sin luz; pues bien, el proyecto de cierre del anillo de la red de abastecimiento está aprobado y pendiente de contratar, con presupuesto desde principios de la Alcaldía de Jerónimo Saavedra. Pero parece que una mano negra ha impedido que se ejecute.
No se menciona la situación de otros núcleos turísticos, o islas menores, porque no hay vocación de asustar en estas líneas, y lo que hay en algunos sitios es para asustar. Muy al contrario, lo único que se pretende es que se vuelvan a crear aquellos grupos multidisciplinares que planificaron , proyectaron y realizaron las infraestructuras que necesita esta ciudad, esta isla y esta provincia. Y no incluye la región en su conjunto dado que las necesidades, filosofía y medios son muy diferentes en la provincia occidental, y en cambio los problemas son muy parecidos en Puerto del Rosario y Las Palmas de Gran Canaria, o Morro Jable y Playa de Carmen o Playa del Inglés.
Es conocida sobradamente la crisis que se ha atravesado y de las carencias presupuestarias. No se trata de quejarse de esto. De lo que hay que quejarse es de que no se piense, de que no se planifique, de que no se tengan objetivos, de que se pongan parches sin visión global que impedirán la solución, de que las autoridades no se enteren de que existe una enfermedad silenciosa en la infraestructura de abastecimiento y saneamiento, y que corre prisa planificarlo. Es gratis o muy barato. Solo hace falta que los que administran se rodeen de gente competente y los pongan a trabajar.